sábado, 2 de noviembre de 2019

FÁCIL

En este falso domingo, me di cuenta de algo.

Al despertar, esperaba tener una señal.

Un señal de madrugada que no había llegado.

Cero. Nada.

He dormido muy mal.

Esperando algo.

Sufriendo porque sí.

Eligiendo sufrir.

Hace unos días, me negaba a aceptar una frase de una canción.

"La vida es de quien la quiere", dice.

Pues no. Me acordaba de mi tía y de sus ganas de vivir, de volver a París, de verme colocada en un buen puesto,...

Pues no.

Hoy me doy cuenta de que sí, a la vez.

A la frase le falta el principio: "Si no hay impedimentos reales, la vida es de quien la quiere".

¿Y qué son impedimentos reales? SALUD. No hay más, porque es el único presupuesto para hacer cualquier cosa en la vida.

Volvamos entonces a esta mañana.

Habiendo dormido cuatro horas, saqué al perro y, después, me fui a correr.

El cielo estaba cubierto y parecía que iba a llover.

"No voy a poder hacer todos los minutos que me tocan", me lamenté.

Tenía que hacer 21 minutos, pero al final hice 23.

Mientras corría, con el viento en la cara, sonaba una canción que me decía que hay que ser como las nubes y dejarse caer.

Ser como el agua, que vuelve a llover.

Que es fácil, que solo hay una manera, la que te quede cerca de la primavera; aunque tengas que saltar sin tu red.

Salió el sol y me iluminó la cara. Me acordé de que es el cumple de mi hermana, que es mi sol, y quiero que se sienta increíble hoy; de que tengo una familia que me quiere; de que mi madre se acaba de jubilar; de que mucha gente dice que soy especial; de que en la universidad conocí a la mejor amiga de este planeta; de que estoy identificando lo que me perturba; de que me estoy conociendo como nunca atrás; de que me he puesto las uñas postizas al fin (de que una se ha roto y la voy a arreglar); de que en el mundo hay muchos peces en el mar.

Llegué corriendo hasta el final del estadio de fútbol, y no recuerdo haberlo hecho jamás.

Si algo tiene que ser, que sea.

Y si no tiene que ser, que no sea.

Yo, ya, no elegiré sufrir.

Por respeto a todas las personas que me rodea(ro)n. Por tiempo. Por amor a mí misma. Por mera economía vital.

Tomé una decisión sobre las redes sociales, otra sobre la moda, otra sobre pedir perdón, otra sobre mi cuarto, otra sobre el deporte y otra sobre aprovechar el tiempo. Y alguna más, que no recuerdo.

Entonces lo pensé.

Llevo años haciéndolo al revés.

Dejando para otras personas lo que tenía que hacer yo, para conmigo.

Dejando para mí lo que otras personas tienen que hacer, para consigo.

Dejando para después, entre otras cosas, saber querer (me).

Ahí ya volvía caminando a casa. 

Justo en ese momento me cayó una sola gota sobre la cabeza, como dándome la razón.

Como las nubes que se dejan caer.

Fácil.

Atravesé sonriendo el portal.

Cuando entré en casa y fui a mi cuarto, los rayos de sol entraban, de nuevo, por la ventana.





"Wether joy or it's pain, I'm still ok. I will be alright cause I'm not afraid. Now I'm brave".




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