Ponerse una vacuna y,
de repente, levantarse a media noche,
correr al baño,
y empezar a sudar por todos los poros de tu piel
y a marearte,
con la sensación de que vas a morirte.
Dura tan solo unos minutos,
pero no se los deseo,
absolutamente,
a nadie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario