recuerda,
no es tu problema.
Tu problema es encantarte.
Respetarte.
Admirarte.
Pero nunca podrás
devolverle la vista a la gente:
no eres Jesús.
Tu único problema es encantarte.
Respetarte.
Admirarte.
Y tengo una buena noticia:
lo creas o no,
ya
estás en camino.
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