Cada día sin escribir
me enferma un poco,
y de repente me despierto
mala del todo.
Me lío,
la lío,
me enredo,
me pierdo.
Al fin,
tarde o temprano,
vuelvo.
El desastre ante mí,
y el nuevo caos de mis adentros,
me deja devastada,
destroza mis nervios.
Trato de decirme:
"Venga, lo harás.
Cada 24 horas
escribirás".
Y luego no ocurre:
me entretiene Instagram;
enciendo la tele;
empiezo a elucubrar;
planeo sin límites,
procrastino sin parar
o
vagueo sin más.
Es ahí cuando llega
la enfermedad.
También he de tener en cuenta
algo más.
Mi cuerpo necesita que lo atiendan,
igual que mi mente, exactamente igual.
Si no, se machaca,
se tortura,
se siente mal.
Por eso, me dedico el mensaje de aquí abajo.
Desde las próximas 24 horas hasta la posteridad.
"Escribe y ejercítate una vez al día o enfermarás".
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