viernes, 3 de enero de 2020

No te odio

No te odio porque hayas dejado de ser Christina Yang, o Meredith Grey, o un poco de las dos.

No te odio porque con el tiempo empezase a medir mis palabras contigo.

No te odio porque creyese que provocaste este final.

No te odio.

No te odio porque antes te quise como nunca quise en una amistad.

Tanto como para perder a otra amiga por ti,

tanto como para defenderte ante cualquiera,

tanto como para oírte en bucle durante horas,

tanto como para aceptar un trabajo solo por beneficiarte,

tanto como para tratar de abrirte más mundos,

tanto como para buscar por cielo y tierra un juguete de tu infancia.

No te odio pese a lo que me dijiste,

no te odio pese a lo que sentí.

No te odio.

No te odio porque en algún punto esto fue único e irrepetible.

No te odio porque no quiero odiarte.

No te odio.

No te odio porque yo tuve responsabilidad.

Tanta como para dejar que una amiga primase por encima de otra,

tanta como para idealizarte y no querer ver tus defectos,

tanta como para retroalimentarme con tus bucles,

tanta como para responsabilizarme de tu éxito laboral,

tanta como para cargarme con tu apertura al exterior,

tanta como para convertirme en alguien predecible para ti.

No te odio.

En una historia siempre hay dos versiones.

La mía empieza hoy.

No ayer que echaba pestes de ti.

No mañana que tal vez te eche en falta.

Hoy.

Con algo de perspectiva tras la tormenta.

Te lo afirmo, no te odio.

Actualización 08/01/2020: Pero esto es lo último que te dedico.

Gracias por lo vivido.

Yo sí lo sentí así.

Y te estoy muy agradecida por ello.








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