miércoles, 21 de octubre de 2020

15 de octubre

 "A veces el destino va y cumple lo que promete".

Así dice una canción que cuenta una historia.

Así, justamente, fue.

Recuerdo las piezas del 'Diseña tu moda' como si fuera ayer.

Desde pequeñita me encantaba todo ese mundo.

Calcar, mezclar los moldes, volver a calcar, crear.

Durante un tiempo soñé con tener mi propia línea de ropa y que las modelos se la pusieran.

Hace dos años, más de dos décadas después, desfilé como diseñadora.

En el marco de un concurso de creación joven del ayuntamiento de mi ciudad.

Nervios de punta, hambre todo el día y mis padres, mi hermana, una amiga suya y mi mejor amiga entonces, en primera fila.

En la prueba de prendas descubrí a unas modelos a las que tratan como muñecas y que quieren irse a casa, pero que poseen una capacidad de sacrificio que no se palpa ni de lejos. Ni se imagina.

Por ello y por el estrés vivido, además de alguna cosilla más, es una experiencia que no repetiría, pero que jamás, nunca, borraría.

Cuatro vestidos diseñados por mí y confeccionados por una modista.

Finalista en el concurso, aunque no ganara nada.

El nombre de mi marca: el de mi abuela materna con el apellido de su madre, que falleció al darla a luz, hecho que marcó su vida. Ojalá haya algún sitio después de esta vida en el que ambas, juntas, pudieran disfrutar (o cagarse en mí) viendo su nombre y su apellido proyectado en la pasarela más importante de Sevilla.

Una honra familiar, una honra a mi niñez y una honra a los sueños cumplidos.

Como dice la canción:

"No soy tan señor ni tan cretino de luchar contra el destino cuando me da la razón".



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