Desde aquel día,
cada vez que llora mucho el cielo y suspira profundamente el viento
pienso:
"Ha tenido que morirse alguien muy bueno".
"Pones cinco veces las alarmas,
y vuelves a dormirte y no te importa si te llaman.
Dejas el café a medias y siempre lo termino(...).
Quién te iba a decir a ti,
que todo esto ocurriría.
Déjame ser tu refugio,
déjame que yo te ayudo,
aguantémonos la vida.
Te recuerdo si lo olvidas ['así dormida' en mi cabeza, por eso me encanta esta canción],
que hemos crecido peleando,
y sin quererlo nos gustamos,
cuántas cosas han pasado
y ya no hay miedo de decir (...)".
"No, cuánta gente y tú no.
Y me escuchaba solo la pared,
y yo, loca por contarte que hoy YA sé quién soy.
Sigue roto el ascensor
y tu ropa sucia en el cajón,
todo el mundo sabe a dónde voy,
pero no. TÚ NO.
No, ya no. No, ya no escucho esa canción.
Y ya me quema el aire en el salón.
(...)
Sigue hablándome de ti,
la guitarra vieja que perdí.
Y seguro sabe a dónde voy,
pero no. Tú no.
Y una vez y otra vez,
te grité a morir lo que no ves
que todo el mundo sabe a dónde voy,
pero no. TÚ NO".
Y después de las que me recuerdan con un sentimiento inexplicable a ti, esta última que sé te gustaba, tía Concha:
Te he querido, te quiero y te querré. Alla donde estés. Aunque no estés.
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