Nunca. Ni se te ocurra.
Renunciar a la infancia que aún vive en ti,
esa que ha logrado sobreponerse a tus tempestades,
encontrar sustento y cohabitar con tu basura,
significaría perderte en un hoyo profundo
del que, muy probablemente,
no regresarás jamás.
Así que alimenta a ese niño cada vez que puedas,
no le des de lado ni permitas que nadie lo haga.
Solo te puedo asegurar una cosa
y es que no te arrepentirás.
Las personas más felices que conozco,
llevan dentro un niño de hasta doce años de edad.
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