Crecer es despedirse sin morir por ello.
Aunque un trozo de ti se quede.
Pese a que un pedazo ajeno se te ajunte.
Se trata de
buscarle la belleza a la despedida
y sentarse a observarla
como quien tiene una mariposa
posada justo enfrente de sí.
Prometo y juro que,
si alcanzas a lograrlo
-ello no está exento de dificultad-,
el sentimiento que prosigue
es como un regalo obtenido
del más allá, de la vida o del destino.
Además de lo que te brinda en ese rato,
te prometo,
te juro,
que te allana el camino.
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