Cuando alguien revienta
no lo hace por una sola persona
o por una única circunstancia.
Las tuercas se van apretando
poco a poco
hasta que,
de repente,
el tope se ha alcanzado
y ya no hay vuelta atrás.
La pregunta repetida
en la cabeza de quien lo viva
será:
"¿Cómo iba yo a saber que esto sucedería?".
Pero
ante todo,
hay dos cosas a destacar.
Cuando le arruinas la vida
a alguien
siempre afecta,
al menos, a otra persona más.
Muchas veces a gente
que no cabría esperar.
Y, sobre todo,
debemos tener en cuenta
que,
en ocasiones,
decisiones y actuaciones de la persona
que llegó a su límite
la han ido empujando hacia él
como de oca en oca
pero sin llegar a la casilla final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario