He dado muchas vueltas a lo mismo.
La oportunidad de ser, antes, era la que era.
Vale, sí, había corsés y maquillaje y había suerte.
Nada comparable.
Desde hace unos años,
las operaciones estéticas
y los tratamientos,
que son peligrosos
y adictivos
y muchas veces
necesitan recuperación,
permiten también a la persona
tener
la oportunidad de ser.
La oportunidad de aumentar su pecho,
la de modificar su nariz prominente,
la de elevar sus glúteos,
la de transformar sus labios,
la de lograr una mirada felina.
Y sí, borran lo que somos,
la naturaleza
y los antepasados
y la aceptación con lo que hay.
A la vez que brindan,
a la par,
la oportunidad de ser
a personas que no pueden,
no quieren o no saben
aún
amarse.
Y si ello logra
que se amen
con todo su ser
gracias a ese pecho voluminoso,
a esa nariz canónica
o a esa boca infiltrada
bienvenida sea
esa operación o
ese tratamiento.
Bienvenida sea
si logra concederle a alguien
la oportunidad de ser
como desea
para poder
al fin y por siempre
amarse.
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