jueves, 18 de agosto de 2022

Revelación de un 6 de Enero (ANTIGUA -16/01/2012)

Hay instantes en tu vida en los que, sin saber cómo ni por qué, sabes cosas.

Yo los llamo momentos reveladores. Te conciencian de lo mucho que quieres a alguien, del alcance y gravedad de ese error que cometiste, de la enorme importancia de algo para ti...

Durante unos segundos, tu mundo se para y sólo importa ese pensamiento. Por eso creo que es tan relevante, y que no hay que dejarlo pasar...

Ayer tuve uno durante el desayuno. Lo vi todo tan claro que cuando volví la vista atrás me arrepentí de no haberlo sabido antes. Así que esa es la razón de que hoy lo comparta con vosotros. A lo mejor hay alguien que se siente incompleto, o que cree que su vida no le llena del todo. Y a lo mejor el fallo, en todo o en parte, está aquí. Tal y como me pasaba a mí... En mi época de adolescencia y parte de los años posteriores, dejé de darle mucho valor a mi familia. No pasaba nada de tiempo en casa si no era en mi cuarto, no daba importancia a lo que mis padres opinaban, no me preocupaba excesivamente el estar bien o mal con ellos y casi nunca me unía a los planes familiares. Según lo que he leído en algunas revistas, es una etapa que pasan muchos jóvenes. Es como si salir con sus padres les diese vergüenza, como si se sintiesen más pequeños y menos adultos estando tiempo con su familia. Pero el problema no es que lo hagan en ese momento, sino que se acostumbren a hacerlo. Al final, van pasando los años y continúas teniendo esa actitud individualista y pasota, e incluso a veces antepones a otras personas a los que son de tu misma sangre. Pero lo que no sabemos, lo que no vemos, es que la familia es, probablemente, lo único que siempre está ahí. No sé la suerte que habréis tenido con la vuestra, pero yo he tenido muchísima con la mía. Mi amiga Carmen me lo ha dicho muchas veces. Y es que no conozco una persona de nuestra edad que dé tanto valor a la familia como ella. Hoy, desde aquí, le doy toda la razón. Porque llega un día de Reyes cualquiera, en el que te sientas en torno a un enorme roscón con toda tu familia. Empiezas a comer, pendiente junto a los demás de ver a quién le toca la sorpresa que hay en el roscón. No te importa nada más. Y es entonces cuando el mundo se detiene durante un minuto, y te das cuenta de que todo aquello que has despreciado durante mucho tiempo es tu base para ser feliz. Te das cuenta de que o estás bien con tus seres queridos, o no vas a sentirte completo nunca. Te das cuenta de que los necesitas y los necesitarás. Te das cuenta de que como te quieren ellos, no te va a querer nunca nadie. Y te das cuenta, sobre todo, de lo muchísimo que los quieres tú...

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