Al volver a casa,
la luna llena me ha saludado.
Parecía resplandeciente, risueña, serena,
como rellena de felicidad, amor, queso, bombones o pasteles.
Rellena, al fin y al cabo,
de cualquier cosa que gustara a quien la mirase.
Como si de una fuente de gozo,
de emociones
y de satisfacción
se tratase.
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