Con tantos estímulos
y tanta infoxicación,
a veces solo deseo,
despertarme en Cuba
o en un lugar recóndito
donde el cielo
se mezcle con la tierra
sin vallas publicitarias;
ni Facebook ni Instagram,
ni campanadas casposas,
ni necesidades de pega,
ni objetos a los que venerar.
Entonces,
vuelvo a la realidad,
y decido que en vez de irme,
la voy a remodelar.
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